Proyectos en Economías con Inflación


Desarrollar un proyecto en una economía inflacionaria se ha convertido en un reto para aquellas personas u organizaciones dispuestas a invertir su capital para hacer realidad una idea determinada. La existencia de estas condiciones expone al proyecto a riesgos relacionados con el costo de los insumos que utilizaremos durante la ejecución o a la obtención de una rentabilidad menor a la esperada como resultado de la actividad.

La inflación, como es bien sabido, es un fenómeno económico que consiste en el aumento sostenido de los precios de los bienes y servicios que se comercializan en una economía, este es uno de los principales problemas a los que se enfrentan los responsables de la política económica ya que sus consecuencias impactan de manera directa el poder de compra de los ciudadanos, deteriorando su calidad de vida.

La inflación y los costos del proyecto

Durante la etapa de formulación del proyecto debemos determinar cuál será la inversión que tendremos que realizar para ejecutarlo, y esta estará representada en el presupuesto del proyecto, que recogerá el costo de todos los insumos o recursos que vamos a necesitar para lograr cumplir con los objetivos.

En una economía con inflación, seguramente el costo de los materiales y equipos y hasta de la mano de obra que requeriremos para el proyecto se incrementará a una tasa determinada a medida que avance el tiempo. No tomar en cuenta esta situación sería un gran error, ya que estaríamos subestimando los costos del proyecto y seguramente en algún punto de la ejecución nos quedaríamos sin fondos suficientes para culminarlo.

Cómo evitar esto, en primer lugar debemos conocer las condiciones de la economía en la que deseamos invertir, en el caso particular de la inflación existen datos históricos emitidos por los bancos centrales, del comportamiento de esta variable a través del tiempo. Con estos datos podemos estimar las variaciones que los precios tendrán en el futuro y ajustar nuestros cálculos presupuestarios tomando en cuenta esta información.

Si por ejemplo, luego de realizar la estimación determinamos que los precios de los bienes y servicios han aumentado a una tasa de 1% a lo largo de los últimos diez años y no existe ningún indicio de que esta situación vaya a cambiar en el futuro o al menos durante el lapso que dure el proyecto, debemos calcular los costos de nuestros insumos tomando en cuenta ese posible aumento mensual. De esta manera estaremos cubiertos contra el riesgo de alza de los precios de los recursos del proyecto, evitando un sobrecosto.

Otra medida importante consiste en garantizar que el cronograma del proyecto se cumpla según el plan establecido. A medida que transcurra el tiempo los precios irán aumentando y si dejamos que nuestro proyecto se retrase incurriremos en un mayor costo para realizar cada una de las actividades.

Por lo general, cuando planificamos un proyecto contemplamos en el cálculo del presupuesto un porcentaje de contingencia (alrededor del 15% del presupuesto total del proyecto) que nos permita enfrentar cualquier inconveniente, incluido un aumento en los costos de los recursos, que pueda presentarse a los largo del desarrollo del proyecto, sin embargo mientras más exhaustivos seamos en la planificación y tomemos en cuenta la mayor cantidad de información sobre las variables que en un momento dado podrían afectar nuestro desempeño, las posibilidades de que estos riesgos se materialicen serán mínimas.

La inflación y la rentabilidad del proyecto

Cuando invertimos en un proyecto generalmente lo hacemos esperando un beneficio o retorno financiero, que debe ser mayor o en el peor de los casos igual a la tasa de interés que nuestro dinero ganaría en una cuenta bancaria.

En economías con altas tasas de inflación este retorno esperado disminuye a lo largo del tiempo (pudiéndose convertir en pérdida) debido a que el ingreso que recibiríamos por nuestra inversión iría perdiendo su poder de compra. Una alta inflación podría entonces disuadir a un inversionista de emprender un nuevo proyecto debido a que no obtendrá el rendimiento que espera por sus recursos en el futuro.

Tal vez un ejemplo ilustre mejor esta situación, supongamos que tenemos una suma x que deseamos invertir y tenemos dos opciones la primera abrir una cuenta de ahorro en una institución bancaria al 10% de interés anual y la segunda invertir en un proyecto para construir una fábrica de zapatos (que además de producir ingreso a los inversionista, creará empleos y bienestar para muchas otras personas) de la que esperamos un rendimiento del 15% anual, además sabemos que la inflación esperada para el primer año es de 20%.

Calculemos entonces el rendimiento que obtendríamos en ambas alternativas:

Alternativa 1

Tasa de rendimiento real = (1 + 0,1) / (1 + 0,2) = 0,91 x 10 = 9,1%

Alternativa 2

Tasa de rendimiento real = (1 + 0,15) / (1 + 0,2) = 0,95 x 10 = 9,5%

Como podemos observar la inflación disminuye el rendimiento que deberíamos estar recibiendo de nuestras dos opciones de inversión, en el caso de la alternativa número dos correspondiente al desarrollo del proyecto, la tasa de rendimiento que efectivamente estaríamos recibiendo en el primer año es del 9,5% muy por debajo del 15% anual que esperamos como retribución a nuestro capital.

Al calcular estos valores, el inversionista podría decidir no desarrollar el proyecto y buscar una opción más rentable para su capital. La inflación constituye entonces un grave problema, ya que no solo afecta la capacidad de compra de las personas quienes adquieren menos bienes y servicios con la misma cantidad de dinero a medida que avanza el tiempo, sino que además afecta el desarrollo de proyectos a través de los cuales se canaliza la inversión privada, se genera riqueza, empleo, bienes y servicios y mayor bienestar. Es por esta razón que las autoridades que toman decisiones en el campo económico deben esforzarse para crear políticas que ayuden a enfrentar este problema.

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